He notado lo difícil que es para muchos judíos entender esta afirmación: El judaísmo no es una religión.
Los judíos no somos un grupo religioso, somos una nación. Lo cierto es que el pueblo judío somos los descendientes de la TRIBU de Yehuda y no de la “religión” de Yehuda. Si fueramos una religión ¿Por qué a un judío laico, por más anti-religioso que sea, lo seguimos considerando parte del Pueblo de Israel? La respuesta es porque somos una nación y aunque el componente cultural/religioso es esencial en la vida judía, no es lo que nos define.
Y ahora, si somos una nación ¿Puede ser esto una disonancia con nuestro país de origen? Es decir yo, por haber nacido en Colombia ¿soy judío o soy colombiano? ¿Es posible adoptar e identificarse con ambas nacionalidades?
La búsqueda de nuestro pueblo por una identidad es uno de los principals retos de nuestra generación; aclararnos si somos un grupo religioso, nacional o cosmopolita.
La Tora nos cuenta que cuando creció Moshe, salió (de la casa del faraón donde vivía) para ver a sus hermanos. Entonces vio como un hombre egipcio golpeaba a un hombre hebreo. Moshe miró entonces a uno y otro (lado) y, al no ver a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.[Shemot 2:11-2:12]
Cuando la Tora dice que “Moshe salió a ver a sus hermanos” ¿A quién él consideraba que eran sus hermanos?
Siendo que Moshe vivió desde bebé en la casa del faraón y estubo rodeado de los valores egipcios a lo largo de su juventud ¿Realmente Moshe consideraba que sus hermanos eran esos del pueblo hebreo esclavizado, con los que a duras penas había interactuado en su vida? Lo lógico es pensar que para Moshe los egipcios eran sus hermanos, ya que Moshe vivió y creció junto a ellos y no junto a los hebreos.
Los sabios no tienen una respuesta definitiva a este conflicto interno de Moshe Rabeinu. Moshe se encontraba en un dilema de identidad nacional y por eso “salió” de la casa del faraón: para ver otra perspectiva y aclararse a sí mismo quién era su pueblo realmente. Ese es el mismo dilema en el que Teodoro Hertzel se encontraría milenios después.
Hertzel creció como judío emancipado en la cultura europea del siglo XIX. Incluso en sus inicios él era conocido como un ferviente asimilacioniosta. Es decir, creía que antisemitismo acabaría cuando los judíos abandonaran la tradición judía para finalemente integrarse a la sociedad europea (asimilándose).
Fue en 1895 en París, cuando Teodoro Hertzel presenció la humillante degradación militar al capitán Alfred Dreyfus, soldado de origen judío y falsamente acusado de espionaje traicionando a Francia. Hertzel presenció como durante la ceremonia de destitución los ciudadanos franceses le gritaban a Dreyfus: “¡judío traidor!” e incluso “¡muerte a los judíos!”.
Dreyfus era un judío que no solo había logrado integrarse en la sociedad francesa, sino que le había sido fiel defendiéndola por años en el campo de batalla. Por eso Hertzel, al ver lo ocurrido con Dreyfus, entendió que la asimilación no era la respuesta al sufrimiento del exilio del pueblo judío.
Haciendo un paralelo con lo ocurrido a Moshe:
Hertzel salió (de la cultura europea) a ver a su hermano (a Dreyfus). Vio como un pueblo francés humillaba a un hombre judío. Miró Hertzel a uno y otro (al europeo y al judío esclavizado en la cultura europea) y vio que no había nadie (que asegurara el futuro del pueblo judío). Entonces Hertzel decidió “matar” a su ideas de asimilasionísmo, “esconderlas bajo la arena” y así en 1897 fundar la Organización Sionista Mundial realizando el Primer Congreso Sionista en Basilea [ver Rashi en Shemot 2:11-2:12].
Hertzel escribió esta profética frase en su diario:
“En Basilea fundé el estado judío… Si dijese esto hoy, me encontraría con la burla generalizada. En cinco años, quizás, y ciertamente en 50, todos lo verán.”
Y así fue. 50 años después del Primer Congreso Sionista en Basilea, David Ben Gurion declararía la independencia del Estado de Israel. Por fin, después de dos milenios de exilio, el pueblo judío volvemos a la familia de las naciones.
Es decir, en 1948 renace la identidad nacional entre nuestro pueblo tal y como los días del Rey David: donde no existía una división entre Tora y nación. Para nuestros antepasados de la época del Tanaj estos dos conceptos se fusionaban y se manifestaban como una sola idea.
Beezrat Hashem, que en nuestra generación logremos profundizar los valores milenarios de nuestro pueblo para así aclarar nuestra propia identidad a nivel nacional. Si nosotros mismos sabemos quiénes somos, podremos ser capaces de proyectarlo al mundo entero e iluminarlo como nos prometieron los profetas.
וַיִּפֶן כֹּה וָכֹה וַיַּרְא כִּי אֵין אִישׁ וַיַּךְ אֶת הַמִּצְרִי וַיִּטְמְנֵהוּ בַּחוֹל.