¿Por qué al pueblo judío nos tomó tanto tiempo regresar a nuestra tierra ancestral? Desde el primer día en el exilio en el año 70, los judíos toda su historia anhelaron con retornar a la tierra de Israel y reestablecer su independencia nacional. Literalmente cada día de su historia el Pueblo de Israel pidió y lloró por la reconstrucción de su nación en Eretz Israel. Esta redención nacional solo ocurrió en 1948 ¿Por qué no ocurrió antes?

Como todo tema en la vida, hay varias razones de porqué. Una de estas se refleja en la parashá Vayetzé. Cuenta la Tora que Yaacov, nuestro patriarca, había salido desde Beer Sheva camino a la cuidad de Harán. En el camino, Yaacov se detuvo para dormir porque ya iba a anochecer. Cuenta la Tora que Yaacov “tomó de las piedras del lugar” para poner su cabeza y acostarse1. Ahí él tuvo un sueño donde vio ángeles subiendo y bajando por una escalera etc. Cuando se despertó en la mañana, la Tora nos cuenta que Yaacov “tomó la piedra que había puesto de cabecera”2. Aquí parece que hay una contradicción en el texto.

¿Por qué al principio el texto relata que Yaacov tomó “piedras” (en plural), pero luego cuando se despertó la Tora habla sobre una sola piedra (en singular)? En esta aparente contradicción se oculta uno de los más grandes secretos del éxito que ha tenido el Pueblo Judío en el último siglo.

A pesar de que siempre se anheló con retornar a Israel, los esfuerzos para cumplir este objetivo no estaban organizados de manera colectiva. Es decir, aunque sí hubo personas que intentaron revivir nacionalmente al pueblo judío, este empeño generalmente solía ser una iniciativa de individuales y no como un movimiento masivo del Pueblo Judío como grupo. Por ejemplo, siempre existieron los judíos particulares que hacían Aliya a lo largo de la historia, pero solo fue gracias al movimiento sionista que la Aliya se organizó en un objetivo en común. O sea, aunque el ideal de habitar la tierra de Israel siempre existió, éste no siempre fue parte del dinamismo colectivo del Pueblo Judío.

Retomando el tema del versículo en Génesis, cuenta el midrash que las piedras comenzaron a pelearse entre ellas. Discutían por cuál piedra tendría el mérito de tener la cabeza de Yaacov reposando sobre ella. Una piedra decía “que descanse sobre mí la cabeza de este justo”, mientras que la otra piedra decía “sobre mi dejen que descanse”. En ese momento Hashem las volvió una sola piedra3. Por eso primero está escrito que eran varias piedras y luego era una sola piedra bajo la cabeza de Yaacov.

La idea aquí es sencilla de entender, pero tristemente no es tan fácil de poner en práctica. Lo que nos quiere enseñar la Tora aquí es que al estar separados como personas nunca vamos a lograr llegar a la cabeza. De nada sirve quedarnos en discusiones entre nosotros o quedarnos teorizando por “quién merece el mérito” en X o Y tema. Así no se puede llegar al objetivo que tenemos como nación.

Les daré un vivido ejemplo de cómo esto ocurrió en las últimas décadas. Durante la primera mitad del siglo XX, los combatientes judíos que luchaban por defender y crear nuestro Estado estaban divididos en diversas milicias como el Etzel, el Palmaj, el Irgun etc. En varias ocasiones estas milicias trataron de liberar Jerusalem, pero siempre fracasando. Incluso durante la Guerra de Independencia en 1948 hubo un momento en el que cuatro de las milicias judías rodearon la Cuidad Antigua y tuvieron la oportunidad de liberar Jerusalem de manos de los invasores jordanos, pero no lo lograron ¿Por qué?

Por eso mismo: porque los valientes combatientes hebreos estaban divididos en milicias. Estábamos fraccionados. Los del Etzel querían el honor histórico de decir “nosotros, el Etzel, liberamos Jerusalem”, mientras que los del Palmaj decían lo mismo. Por eso es que ninguno logró hacerlo, ya que no se hizo una estrategia en conjunto y por eso no pudieron superar a las legiones jordanas que ocupaban Jerusalem.

¿Cuándo fue entonces que el Pueblo de Israel logramos liberar nuestra capital milenaria? En 1967, cuando por fin éramos un solo ejército. Cuando por fin estábamos unidos, como un solo hombre con un solo corazón. Solo en ese momento, teniendo un solo Tzahal, fue que logramos organizar y enfocar el profundo sueño del Pueblo de Israel de retornar a Jerusalem. Es decir, siendo un montón de milicias fragmentadas, con divisiones y disputas, este anhelo nunca se hubiera logrado. Solo comprendiendo que actuando todos juntos es que volveríamos a Jerusalem.

Es por eso que cada uno de nosotros debe tomar parte en ayudar a Israel, especialmente viviendo en esta generación tan afortunada. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras otros judíos se esfuerzan a diario por darle grandeza al Estado de Israel. Es nuestro deber ser parte del colectivo de Israel, pues solo así podemos realmente llegar a la cabeza de Yaacov (que también se llama Israel). Beezrat Hashem que todos los judíos del mundo lo logremos para así traer luz a Israel y al mundo entero, como dice la canción de Hanuka: “cada uno es una luz pequeña, pero todos somos una gran luz”, amén.

כָּל אֶחָד הוּא אוֹר קָטָן וְכֻלָּנוּ אוֹר אֵיתָן.

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    1. Génesis 28:11.
    2. Génesis 28:18.
    3. Bereshit Raba 68.
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