El rey de Moab, Balak, observa con preocupación el avance del pueblo de Israel y busca la ayuda del profeta Bilam para maldecirlos. A pesar de sus intentos, Bilam solo puede bendecir a Israel, destacando su futuro prometedor y su relación especial con Hashem.

La parasha nos enseña el poder de la visión y la perspectiva. Aprendemos que, aunque las intenciones humanas pueden ser malevolas, la voluntad de Hashem prevalece y transforma las maldiciones en bendiciones. Bilam, a pesar de ser un profeta pagano, es forzado a reconocer la grandeza de Israel y su destino único. Esto nos recuerda que nuestra perspectiva puede ser limitada y que incluso en momentos de adversidad hay un propósito más elevado que se está cumpliendo, guiado por la mano de Hashem.

3 Responses

  1. Dios siempre está con su pueblo y aunque haya maldición Dios la convierte en bendición y protege a su pueblo.