La parasha de Toldot se centra en la historia de Isaac y Rebeca, y el nacimiento de sus hijos, Esau y Jacob. Desde el principio se nos enseña que los dos hermanos representan caminos opuestos en la vida. A lo largo de la parasha vemos cómo las bendiciones que Isaac otorga a sus hijos determinarán el destino de cada uno y cómo Rebeca juega un papel crucial en asegurar que Jacob, el más apto para llevar el legado de la familia, reciba la bendición correspondiente.

La tensión entre los valores espirituales y materiales se manifestados con Jacob y Esau desde su nacimiento. Mientras Esau se inclina hacia lo mundano, buscando satisfacción inmediata, Jacob es descrito como un “hombre íntegro que habita en tiendas”, es decir, se dedica al estudio y al crecimiento como persona. Esta enseñanza es relevante para los noájidas, ya que nos recuerda que la verdadera bendición y éxito en la vida no se miden únicamente en términos materiales, sino en el compromiso con los valores divinos y la búsqueda de lo espiritual.

Otro aspecto es que, aunque las circunstancias parecen estar en contra de Jacob, Rebeca su madre, reconoce que la continuidad espiritual del Pueblo depende de que Jacob reciba la bendición. Su intervención nos enseña sobre la importancia de la sabiduría y la visión a largo plazo en la toma de decisiones, algo que es esencial para los noájidas. No siempre es fácil distinguir el camino correcto en medio de las dificultades, pero con confianza en Hashem y una perspectiva ética basada en el monoteísmo podemos asegurarnos de que nuestras acciones estén alineadas con el propósito de Hashem.